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LA INTIMIDAD DE LA LECTURA.


Necesito intimidad para leer. Soy incapaz de leer un libro con la televisión o la radio de fondo. Puedo hacerlo con el periódico o con un blog, pero cuando necesito seguir un argumento, ya sea de ficción o un ensayo sobre un tema concreto, no puedo concentrarme con la televisión, la radio, o la música de fondo.
Siempre he defendido que la lectura necesitaba de cierto grado de compromiso intelectual para llevarla a cabo. El consumo de cultura varía mucho en función del tipo de cultura y del tipo de persona que la consume, por eso es complicado hacer afirmaciones categóricas con respecto a esta cuestión, sin embargo me aventuro a asegurar que la lectura es, posiblemente, el consumo de cultura que más compromiso requiere.
Escuchamos música mientras hacemos deporte, conducimos, tenemos una cena, tomamos una copa con nuestra pareja, dibujamos o incluso podemos hacerlo mientras escribimos. Sin embargo, y vuelvo a aventurarme, es muy complicado escuchar música y leer y estar atentos a ambas categorías de consumo cultural. Podría  hacer una excepción con cierta música clásica, pero aun así, personalmente me cuesta. Si estoy leyendo no puedo atender a nadie más.
Por eso necesito intimidad a la hora de leer. Necesito que mis ojos, pero también mis oídos estén atentos a lo que leo. Hay momentos en los que llega un párrafo enrevesado en el que necesito leer en voz alta y escucharme pronunciando esas palabras para poder comprenderlas total y correctamente. Y entonces es imposible que mi mente esté fraccionada atendiendo a varios frentes.
Lo mismo soy un bicho raro y el resto de los lectores de la humanidad puede hacer varias cosas a la vez. Quien sabe.
Feliz día.